Diario de viaje: cuarto día
Chipiona - Cádiz. Lunes 1 Agosto 2005
Hoy me siento con ganas, Cádiz me espera para conocerlo. Primero, paso obligado por Rota desde donde me asomo por primera vez a la bahía de Cádiz. Si tengo suerte hoy le daré la vuelta.
A la salida de Rota impresiona ver un trozo de Estados Unidos incrustado en medio de Andalucía. Por las puertas de la base salen marines americanos y por los interiores transitan camiones que sólo se fabrican al otro lado del charco, incluso hay una zona residencial como las que se ven en las pelis.
Lo mejor del camino es que llevo toda la mañana en chanclas, mis zapatos están aún mojados del lavado de ayer, y el fresquito en los pies se agradece en un día de calor como hoy.
Hay que pedalear mucho para rodear la base, así que paro en cuando termino y por puro azar termino en pleno Puerto Cherry. Estoy rodeado de “borjas” y “pocholos” con sus yates y sus aparcamientos privados, pero lo cierto es que me he pegado la mejor comida hasta el momento, una gran ensalada de frutas y frutos secos que no olvidaré, y lo mejor de todo, nada caro.
La muralla de la “playa de la Muralla” me sirve de sombra a mi descanso. Desde aquí veo al fondo toda la maquinaria del astillero de Puerto Real y Cádiz a la derecha, pero entre todas las grúas destacan 2 torres que me dejan intrigado. Cuando llegue allí lo averiguaré.
Al despertar de mi descanso me encuentro rodeado de 4 latinas (cubanas creo) súper graciosas que me hacen plantearme el irme algún día de estos a ese lado del globo a ver si se me pega algo de su frescura y ritmo. Sólo se las oía a ellas en toda la playa riendo y bailando. Eso es pasarlo bien.
Ya en el camino voy comprobando con resignación que a Cádiz sólo se va en autopista o en tren y al atravesar el puente del Carranza hay una señal que pone bien claro que por ahí no se puede ir en bicicleta. Me la juego un poco y decido continuar en bici hasta encontrarme atravesando el carranza. Es la mejor vista de toda la bahía. Ahora desde aquí veo con claridad que las dos torres enigmáticas son dos torres de sustentación de cableado eléctrico para Cádiz. El carranza está lleno de pescadores que me hacen más despreocupante mi atrevimiento.
Al poco me encuentro pedaleando por la avenida central de Cádiz, tengo la sensación de ir por una avenida de Madrid u otra gran ciudad del centro. Es una avenida larga de 5 kilómetros hasta el puerto. La gente llena las aceras, hay vida en las calles como un gran día de compras. Hay que tener mucho cuidado con los coches, las distancias son muy cortas y apenas hay arcén. Casi al final, cerca del puerto, me adelantan Andi y Lucas montados en un Mercedes deportivo. Parecido cero con sus letras. Es lo que tiene el dinero, pero vamos también me gustaría a mí probar ese deportivo.
El paseo de vuelta me lo hago por el paseo marítimo de la playa y allí aprovecho para charlar con quien sea, por que después de todo el día sólo con la bici se echa de menos hablar con alguien. Me cruzo con un par de extranjeras y con la excusa de una foto me pongo a charlar. Por lo visto venían de Valencia, pasando un día en cada sitio. Una última foto con ellas para el recuerdo y parto de nuevo, la noche se acerca y debo buscar un sitio para dormir. Parezco como un vampiro antes de salir el sol.
Cádiz está rodeado de autopistas así que la única opción es la tranquila playa entre Cádiz y San Fernando. Cientos de personas corren por la playa hasta muy entrada por la noche, y es que es un placer correr en una playa tan llana y ancha con este atardecer. Cuando apenas hay nadie me decido a montar la tienda, llevaba ya 1 hora quitándome los mosquitos de encima. ¿De donde saldrán?.
Mañana me espera Caños de Meca y hay que descansar.
Hoy me siento con ganas, Cádiz me espera para conocerlo. Primero, paso obligado por Rota desde donde me asomo por primera vez a la bahía de Cádiz. Si tengo suerte hoy le daré la vuelta.
A la salida de Rota impresiona ver un trozo de Estados Unidos incrustado en medio de Andalucía. Por las puertas de la base salen marines americanos y por los interiores transitan camiones que sólo se fabrican al otro lado del charco, incluso hay una zona residencial como las que se ven en las pelis.
Lo mejor del camino es que llevo toda la mañana en chanclas, mis zapatos están aún mojados del lavado de ayer, y el fresquito en los pies se agradece en un día de calor como hoy.
Hay que pedalear mucho para rodear la base, así que paro en cuando termino y por puro azar termino en pleno Puerto Cherry. Estoy rodeado de “borjas” y “pocholos” con sus yates y sus aparcamientos privados, pero lo cierto es que me he pegado la mejor comida hasta el momento, una gran ensalada de frutas y frutos secos que no olvidaré, y lo mejor de todo, nada caro.
La muralla de la “playa de la Muralla” me sirve de sombra a mi descanso. Desde aquí veo al fondo toda la maquinaria del astillero de Puerto Real y Cádiz a la derecha, pero entre todas las grúas destacan 2 torres que me dejan intrigado. Cuando llegue allí lo averiguaré.
Al despertar de mi descanso me encuentro rodeado de 4 latinas (cubanas creo) súper graciosas que me hacen plantearme el irme algún día de estos a ese lado del globo a ver si se me pega algo de su frescura y ritmo. Sólo se las oía a ellas en toda la playa riendo y bailando. Eso es pasarlo bien.
Ya en el camino voy comprobando con resignación que a Cádiz sólo se va en autopista o en tren y al atravesar el puente del Carranza hay una señal que pone bien claro que por ahí no se puede ir en bicicleta. Me la juego un poco y decido continuar en bici hasta encontrarme atravesando el carranza. Es la mejor vista de toda la bahía. Ahora desde aquí veo con claridad que las dos torres enigmáticas son dos torres de sustentación de cableado eléctrico para Cádiz. El carranza está lleno de pescadores que me hacen más despreocupante mi atrevimiento.
Al poco me encuentro pedaleando por la avenida central de Cádiz, tengo la sensación de ir por una avenida de Madrid u otra gran ciudad del centro. Es una avenida larga de 5 kilómetros hasta el puerto. La gente llena las aceras, hay vida en las calles como un gran día de compras. Hay que tener mucho cuidado con los coches, las distancias son muy cortas y apenas hay arcén. Casi al final, cerca del puerto, me adelantan Andi y Lucas montados en un Mercedes deportivo. Parecido cero con sus letras. Es lo que tiene el dinero, pero vamos también me gustaría a mí probar ese deportivo.
El paseo de vuelta me lo hago por el paseo marítimo de la playa y allí aprovecho para charlar con quien sea, por que después de todo el día sólo con la bici se echa de menos hablar con alguien. Me cruzo con un par de extranjeras y con la excusa de una foto me pongo a charlar. Por lo visto venían de Valencia, pasando un día en cada sitio. Una última foto con ellas para el recuerdo y parto de nuevo, la noche se acerca y debo buscar un sitio para dormir. Parezco como un vampiro antes de salir el sol.
Cádiz está rodeado de autopistas así que la única opción es la tranquila playa entre Cádiz y San Fernando. Cientos de personas corren por la playa hasta muy entrada por la noche, y es que es un placer correr en una playa tan llana y ancha con este atardecer. Cuando apenas hay nadie me decido a montar la tienda, llevaba ya 1 hora quitándome los mosquitos de encima. ¿De donde saldrán?.
Mañana me espera Caños de Meca y hay que descansar.
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