Desde mi ventana se ve la Playa

miércoles, agosto 31, 2005

Diario de viaje: octavo día

Tarifa - Málaga. Viernes 5 Agosto 2005

Vuelta a casa en autobus
Hoy escribo desde un autobús. Me lleva de vuelta a casa desde donde partí hace una semana con toda la fuerza e ilusión que tenía. Mi viaje se ha roto a mitad de camino. Esta mañana me he despertado temprano como estos últimos días y he cogido el autobús que salta la barrera de viento hasta Algeciras y la barrera de autopistas hasta Málaga. El plan era continuar desde Málaga hasta Nerja esta tarde y hacer noche allí para luego seguir, pero algo se me ha cruzado en la cabeza. Llevo estos dos últimos días pasándolo mal por el viendo y la reclusión forzosa, y aunque estoy recuperado físicamente, la fuerza que realmente importa, mi motivación, está dañada.

Hoy no quiero seguir adelante. Empecé este viaje con una idea principal: pasarlo bien mientras recorría en bici la costa de Andalucía, pero he dejado de pasarlo bien y así no tengo fuerzas para luchar contra el calor, las cuestas, las carreteras plagadas de coches, el dolor de espalda de cada noche al dormir en el suelo de una tienda de camping, y gastar y gastar dinero. Por un buen rato me he sentido peor aún que si continuara, pero el billete ya está comprado. La decisión está tomada. Al menos no tengo que darle explicaciones a nadie por que el viaje era algo mío, y los que me quieren se sentirán felices al verme de nuevo.

El resto de Andalucía queda atrás, quizás otro año vuelva para terminar y llegar a ese mítico lugar del final llamado San Juan de los Terreros en Almería.

Bici desmontada junto con las maletas en el autobus

martes, agosto 30, 2005

Diario de viaje: septimo día

Tarifa. Jueves 4 Agosto 2005

Aprovecho la mañana para visitar a pie el centro de Tarifa. Recuerdo cuando hace años estuve por estas calles cuando no había tantas tiendas, todas de ropa surf y material de Kitesurf y Windsurf. Es más, por aquella época no existía el Kitesurf.

Intento asomarme al puerto pero allí el viento es más fuerte que en la playa. Desde aquí se ven las montañas del otro mundo, de África y de Marruecos. No me imagino como tiene que ser atravesar el estrecho en patera con mal tiempo. Me acerco a la playa pero está desierta, apenas 3 tíos con muchas pelotas lo intentan con sus tablas de Windsurf. Sigo dándole vueltas a la cabeza y creo que lo mejor será coger mañana un autobús para Algeciras. No voy a poder atravesar esta barrera de viento.

Fuerte viento en TarifaPor la tarde en el camping me siento atrapado como los habitantes de una base en el Polo Norte. Me doy un paseo por la playa y mi cuerpo experimenta las punzadas de la arena arrastrada por el viento que golpea como metralla en mis piernas. Hay unos windsurfistas que apenas pueden adentrarse en el agua y regresar continuamente derribados y nadando junto a su tabla hasta la orilla. Pero en medio de este vendaval 2 gaviotas me dejan con la boca abierta en cuanto las veo. Vuelan contra el viento y avanzan como corredores de fondo, la una detrás de la otra volando bajo, muy bajo, esquivando las olas, quizás aprovechando las zonas más favorables. Los windsurfistas expertos apenas son unos iniciados al lado de estas dos gaviotas que llevan toda su vida junto al viento.

Por la noche en el camping me doy un festin de comida, por 12 euros te dan de comer hasta hartarte y un camarero no para de ir y venir con carnes recién hechas trinchadas en un pincho de cocina. Por lo visto el restaurante de este camping tiene una especialidad en carnes brasileñas. Creo que mis fuerzas van a estar más que recuperadas mañana, pero no se si mi ánimo, esto no es lo que me imaginaba, tener que estar retenido por el viento en Tarifa.

Toalla suspendida
Mañana me levantaré temprano y cogeré el primer autobús que me lleva a Algeciras. Será lo mejor y ya veré como está el viento por esa zona. Si la cosa está mal puedo dar el salto con otro autobús hasta Málaga, de todas maneras tenía pensado hacer el recorrido Estepona - Malaga en autobús por culpa de las dos autopistas que unen ese trayecto.

lunes, agosto 29, 2005

Diario de viaje: sexto día

Caños de Meca - Tarifa. Miércoles 3 Agosto 2005

Me despierto rodeado de un fuerte viento. Algunas tiendas no han aguantado la noche y aparecen tiradas o desmontadas. Me doy cuenta poco a poco que este viento de levante va a fastidiarme el día.

Carretera que atraviesa el parque natural de Barbate

Desilusionado parto destino a Tarifa con la esperanza de disfrutar al menos de las velas en la playa. Escalo la carretera que atraviesa el parque natural de Barbate y desciendo con dificultad con el fuerte viento. Desde Barbate me dirijo por la costa a Zahara de los Atunes, pero aquí el viento ya no es viento, es un huracán, como no veo las noticias estos días supongo que no me he enterado. Este viento podría haber sido una de las plagas de Egipto. Pero me da igual y lo intento de todas maneras, en este viaje no hay un “volver atrás”. La carretera no tiene arcén y el viento me tira peligrosamente a la cuneta un par de veces. Empiezo a pasarlo mal pero aún tengo fuerzas para continuar al menos a pié por la cuneta que es como una zanja. Tengo la esperanza que se apacigüe el viento en cuando me acerque a los montes de más adelante, pero tras una hora de esfuerzo arrastrando la bici en contra del ciclón y por esa zanja que bordea la carretera, me rindo. El sol aprieta más y me doy cuenta que el viento no me va a dejar llegar a Zahara de los Atunes. Estoy triste, estoy pasando el peor momento del viaje.

Afueras de BarbateEn Barbate de nuevo aprovecho para preguntar a personas mayores por el viento. Por lo visto cuando el levante entra, dura 5 días o más. Cada vez me encuentro peor, ¿Cómo voy a llegar hasta Tarifa o Algeciras o cualquier lugar si todo está contra el viento?

Atrapado en Barbate disfruto al menos de otra agradable comida. En los peores momentos siempre aparece alguien y te alegra un poco la vida, y ese era el hombre del bar. Una belga casado con una Barbateña que me cuida durante la comida y me hace sentir como en casa. Supongo que mi aspecto cansado, sudando y lleno de pequeñas partículas de arena arrastrada por el viento dicen por si solos que necesito un poco de ayuda.

Después de dar varias vueltas a la cabeza pienso que lo mejor será descarsar por aqui cerca hoy y ya mañana veré como está el panorama. Así que por la tarde termino de gastar mis piernas subiendo una carretera de 2 Km. de durísima cuesta arriba que lleva a Vejer de la Frontera. Pero al llegar arriba me dicen que mi mapa está equivocado y que el camping que busco está abajo. Da igual, aprovecho para degustar unos dulces típicos del pueblo que están buenísimos y además son muy baratos.

Cuando llego abajo me encuentro con un cruce de carreteras y una par de personas esperando en lo que parece ser una parada de autobús, y se me ilumina una luz. Aprovecho un autobús que pasa por aquí para embarcar en 10 minutos camino de Tarifa. Sólo son 30 Km., pero con este viento la travesía sería un infierno y yo no comencé este viaje para sufrir.

Philip y su chica son dos alemanes que conozco en el camino, mientras charlo con ellos recordando mi pobre inglés voy recuperando el ánimo. Me siento como si hubiera salido de un callejón sin salida.

Al llegar a Tarifa conozco a más gente, Tarifa está lleno de italianos. Es la primera vez que hablo con un italiano y nos entendemos muy bien. Me cuenta que ayer mismo comenzó una de las semanas brutales de viento, ¿de veras?. Bueno, lo importante es que ya estoy aquí y me encuentro mejor. Muy cansado pero mejor de ánimos.

Me alojo en un camping cercano a Punta Paloma a 5 Km. de Tarifa. En el mostrador del camping tienen puesta una gráfica con las previsiones de viento hasta la próxima semana. La gráfica se acaba y los números siguen por las nubes. ¿A ver como llego a Algeciras estos días?

viernes, agosto 26, 2005

Diario de viaje: quinto día

Cádiz - Caños de Meca. Martes 2 Agosto 2005

Primera parada en San Fernando, hay que repostar. Las cosas que tengo que comprar cada día: litro de Aquarius (uno para la pedalada de la mañana y otro para la tarde), un pastelito para reponer fuerzas más tarde y sobre todo hielo, si, tengo que mantener frío un medicamento que llevo para mi diabetes insípida y esta es la mejor solución. El hielo y la medicación los meto en una bolsa isotérmica de esas que se pueden encontrar en la zona de congelados de los supermercados. La bolsa me costó sólo 1 euro y me va de maravilla para aguantar el frío, además, se adapta perfectamente en la alforja junto con las demás cosas.

Mi intención es bordear el litoral una vez pase por Chiclana, pero otro mar de urbanizaciones y campos de golf me impiden discernir que carretera o camino se corresponde al que veo en el mapa. ¿Qué será de la costa cuando todo sea una urbanización gigantesca?

Desde el Cabo Roche mirando hacia Conil
Por fin llego a Cabo Roche, desde aquí puedo ver lo que me espera: Conil y al fondo el cabo trafalgar. Hay una bonita cuesta de bajada y otras más de subida. Se ve que este sitio es muy conocido por que mucha gente se acerca hasta aquí en coche o en bici para disfrutar de estas vistas de la costa de Conil, Caños de Meca y Barbate.

Conil tiene una playa para ella sola, muy larga, de unos 8 ó 10 Km. hasta Cabo Trafalgar y de aguas cristalinas. Es el mejor baño que me doy hasta el momento. Me hubiera gustado llegar esta misma mañana hasta Caños de Meca, si el agua es así aquí no me imagino como debe de ser allí que tiene tanta fama para el buceo. Pero hace mucho calor y hay que hacer tiempo hasta que baje un poco. Me doy otro festín de comida en un bar cercano a la playa y me voy a la playa a descansar como puedo bajo el sol. Una baño, una siesta, un baño, una siesta… que dura es la vida. En realidad lo es, pero hoy aquí no lo parece.

Camino de Caños de MecaA las 18:00 parto para Caños de Meca, no puedo esperar más, estas imprudencias me pasarán factura al cuerpo tarde o temprano. En Caños de Meca la cosa cambia, hay más espacio, más campo, más tranquilidad en la tierra. Varios camping se disputan el terreno y se ve gente, mucha gente joven de todas partes del país que vienen a pasarlo bien, hippies descafeinados les llamo yo. Me deslizo por un camino que parece llegar a la playa y allí, al fondo en lo alto de un monte aislado en medio de la playa, domina el paisaje el Cabo Trafalgar. Estoy como hipnotizado y guiado por un imán que me atrae al faro. Subo la cuesta que me lleva a lo alto y doy un rodeo por un camino de tablas. Esto es mejor de lo que cuentan. ¿Por qué había tantos veraneantes en Conil y tan pocos aquí? Sólo me falta comprobar una cosa, pero antes será mejor dejar las cosas en el camping más cercano.

Playa del cabo Trafalgar
Desde lo alto del cabo Trafalgar
Playa del Cabo Trafalgar en Caños de Meca
Ya es tarde y apenas hay nadie en el agua, pero yo no puedo esperar a mañana. Con el agua por la cintura debajo de mi hay más vida que en ningún otro sitio del camino. Pececillos de colores, mucha vegetación y agua cristalina. Rocas, muchas rocas que llegan hasta la misma orilla donde comienza la arena. A un lado tengo el Cabo Trafalgar y al otro los montes altos y verdes del parque natural de Barbate. Pienso que ha merecido la pena llegar hasta aquí con mi bicicleta.
Aprovecho el baño hasta que mi cuerpo aguanta el frío y me despido del agua hasta mañana. Creo que puede ser un buen lugar para descansar mis piernas un par de días.

La noche está tranquila, sólo un poco de viento que se ha levantado. Mucha gente en el camping se arregla para salir de marcha al núcleo urbano, pero yo no he venido hasta aquí para eso. Cojo mi bici y con una linterna me guío en el camino que me lleva desde el camping a la playa. El camino es muy tranquilo y esta noche voy a poder disfrutar de las estrellas. Me siento privilegiado mientras me acerco a lo alto del faro. Las haces de luz del faro recorren el horizonte como gigantescos radios que pierden en el horizonte del mar. Es un espectáculo, y como si estuviera en un cine me siento en el camino de tablas a disfrutarlo. No sé cuando volveré a disfrutar de algo así en mi vida. Este lugar es especial, al menos me siento así, pienso que sólo por esto ha merecido la pena llegar hastta aqui en bicicleta.

Pero se hace tarde y el viento empieza a soplar más fuerte. El día de hoy ha sido el mejor y creo que mañana será un gran día, tengo ganas de conocerme cada recoveco de este sitio.

Mi nombre trazado con una linterna y el obturador de la camara en 15 segundos

jueves, agosto 25, 2005

Diario de viaje: cuarto día

Chipiona - Cádiz. Lunes 1 Agosto 2005

Hoy me siento con ganas, Cádiz me espera para conocerlo. Primero, paso obligado por Rota desde donde me asomo por primera vez a la bahía de Cádiz. Si tengo suerte hoy le daré la vuelta.

A la salida de Rota impresiona ver un trozo de Estados Unidos incrustado en medio de Andalucía. Por las puertas de la base salen marines americanos y por los interiores transitan camiones que sólo se fabrican al otro lado del charco, incluso hay una zona residencial como las que se ven en las pelis.

Lo mejor del camino es que llevo toda la mañana en chanclas, mis zapatos están aún mojados del lavado de ayer, y el fresquito en los pies se agradece en un día de calor como hoy.

Hay que pedalear mucho para rodear la base, así que paro en cuando termino y por puro azar termino en pleno Puerto Cherry. Estoy rodeado de “borjas” y “pocholos” con sus yates y sus aparcamientos privados, pero lo cierto es que me he pegado la mejor comida hasta el momento, una gran ensalada de frutas y frutos secos que no olvidaré, y lo mejor de todo, nada caro.

La muralla de la playa de la MurallaLa muralla de la “playa de la Muralla” me sirve de sombra a mi descanso. Desde aquí veo al fondo toda la maquinaria del astillero de Puerto Real y Cádiz a la derecha, pero entre todas las grúas destacan 2 torres que me dejan intrigado. Cuando llegue allí lo averiguaré.

Al despertar de mi descanso me encuentro rodeado de 4 latinas (cubanas creo) súper graciosas que me hacen plantearme el irme algún día de estos a ese lado del globo a ver si se me pega algo de su frescura y ritmo. Sólo se las oía a ellas en toda la playa riendo y bailando. Eso es pasarlo bien.

Ya en el camino voy comprobando con resignación que a Cádiz sólo se va en autopista o en tren y al atravesar el puente del Carranza hay una señal que pone bien claro que por ahí no se puede ir en bicicleta. Me la juego un poco y decido continuar en bici hasta encontrarme atravesando el carranza. Es la mejor vista de toda la bahía. Ahora desde aquí veo con claridad que las dos torres enigmáticas son dos torres de sustentación de cableado eléctrico para Cádiz. El carranza está lleno de pescadores que me hacen más despreocupante mi atrevimiento.

Entrada a Cadiz por el puente Carranza
Al poco me encuentro pedaleando por la avenida central de Cádiz, tengo la sensación de ir por una avenida de Madrid u otra gran ciudad del centro. Es una avenida larga de 5 kilómetros hasta el puerto. La gente llena las aceras, hay vida en las calles como un gran día de compras. Hay que tener mucho cuidado con los coches, las distancias son muy cortas y apenas hay arcén. Casi al final, cerca del puerto, me adelantan Andi y Lucas montados en un Mercedes deportivo. Parecido cero con sus letras. Es lo que tiene el dinero, pero vamos también me gustaría a mí probar ese deportivo.

Cadiz desde el paseo maritimoEl paseo de vuelta me lo hago por el paseo marítimo de la playa y allí aprovecho para charlar con quien sea, por que después de todo el día sólo con la bici se echa de menos hablar con alguien. Me cruzo con un par de extranjeras y con la excusa de una foto me pongo a charlar. Por lo visto venían de Valencia, pasando un día en cada sitio. Una última foto con ellas para el recuerdo y parto de nuevo, la noche se acerca y debo buscar un sitio para dormir. Parezco como un vampiro antes de salir el sol.

Cádiz está rodeado de autopistas así que la única opción es la tranquila playa entre Cádiz y San Fernando. Cientos de personas corren por la playa hasta muy entrada por la noche, y es que es un placer correr en una playa tan llana y ancha con este atardecer. Cuando apenas hay nadie me decido a montar la tienda, llevaba ya 1 hora quitándome los mosquitos de encima. ¿De donde saldrán?.

Mañana me espera Caños de Meca y hay que descansar.

Entre Cadiz y San Fernando

miércoles, agosto 24, 2005

Diario de viaje: tercer día

Matalascañas - Chipiona. Domingo 31 Julio 2005

Amanece en el mar de chalés y yo surco las calles en mi bicicleta como montado en una barca. La gente se apresura a la playa a horas en las que no se me ocurriría. El sol abrasa pero yo sólo espero el lento retroceso del agua. Hay que hacer tiempo hasta el inicio de la tarde y una siesta a buena sombra es la mejor opción.

La marea baja es a las 17:45 y la playa del Coto Doñana tiene 30 kilómetros. 30km que pueden ser 3 horas de travesía a buen ritmo o 6 horas si la bici cargada hasta arriba como está no avanzara como quiero. Me reservo un margen de hora y media antes de dicha hora. Así, a las 16:00 ordeno mis cosas, aseguro todo y parto hacia la playa.
principio de la playa del Coto Doñana
Es mítica la hilera de troncos enterados que desde tierra se adentra en la orilla de la playa. Divide Matalascañas de Doñana y es el punto donde comienza la travesía por el litoral más virgen de toda Andalucía. Comienzo torpemente a rodar por la arena mojada, todavía no se ha despejado el camino de agua. Pronto me doy cuenta que al menos a 10 km la hora se puede avanzar aunque con mucho esfuerzo. A medida que me voy adentrando van desapareciendo las sombrillas pero todavía me encuentro alguna cara de sorpresa al verme. Más de uno se imagina que voy camino de Sanlucar. A lo lejos, muy a lo lejos casi como un espejismo se ve el otro lado de la civilización. Creo que es Sanlucar de Barrameda y Chipiona y a la derecha del todo la silueta de un faro.

A pocos kilómetros de salir me encuentro con una torre almenada muy parecida a la que hay en la playa de Isla Canela en Ayamonte. Cuando estaba en el colegio me contaron que antiguamente decenas de estas torres delimitaban el litoral de toda la costa andaluza.

Vista atrás en medio del Coto DoñanaUn descanso, una mirada al mar, otra a tierra al mar de dunas y parece que esté a cientos de años antes de hoy. Sólo la acumulación de residuos que arrastra el mar a pocos metros de las dunas, donde adentran las olas de grandes mareas, me hace volver a la realidad. Dicen que el mar lo devuelve todo.

Hacía muchos años que no pedaleaba por la orilla de la playa con una bici, sobre todo por el esfuerzo adicional que exige. Al principio opté por coger por la zona más alejada de la orilla que es la que está más seca y por lo tanto más firme en teoría, pero al tener una ligera inclinación las ruedas tienen a atrancarse con más facilidad, así que por último he terminado por coger por la orilla muy cerca del agua y parece que la arena mojada aguanta bastante bien. El problema de coger por la orilla es que de vez en cuando las olas entran y se llena la bici de agua salada, o te encuentras con zonas en las que no hay consistencia y te tienes que parar y andar un buen rato. De todas maneras yo estoy feliz, este es mi sueño desde hace semanas y lo estoy consiguiendo. Aqui estoy como en otro mundo en medio de la nada en un sitio que todavía no ha tocado el hombre.

En mitad del camino me cruzo con un pescador. Una caña y su bici al lado. Con lo que estoy sufriendo para avanzar me sorprende ver como ese hombre está pescando en medio de la nada. Me paro a hablar con él y me comenta que debería aligerar el paso si quiero coger la última barcaza para cruzar el Guadalquivir antes de las 18:00. 45 minutos me quedan para cubrir la otra mitad de la playa, imposible, pienso para mí. Pero sigo mi camino, y si hace falta me quedo a dormir en la playa hasta mañana. Ahora que lo pienso, este pescador tiene que venir de Matalascañas o de otro sitio cercano.

Ni jabalís ni nada parecido, gaviotas, la playa está llena de gaviotas. Y un cuervo, me cruzo con él cada kilómetro. Está ahí en las dunas parado y mirando al mar como si fuera el portero de un local, de su local, Doñana.

Todo lo bueno se acaba y cuando ya le tenía cogido el truco a rodar por la playa empiezo a divisar más pescadores de caña, y alguna familia disfrutando de un buen baño. La desembocadura tiene que estar ahí al lado y esta gente se habrá acercado andando hasta aquí a disfrutar de más tranquilidad.

Al llegar al final de la gran curva veo que aún está la barcaza que me llevará al otro lado del río. El pescador que me encontré en medio de la nada se había equivocado y hasta las 21:00 hay transporte. Unos minutos más con la vista atrás y mirada al frente. Mañana estaré en otro sitio lejos de aquí. El mito que he creado alrededor de este momento durante meses, mientras preparaba este viaje, se acaba.

Fin de la travesia por Doñana y foto para el recuerdo
Cualquier día volveré y me vengaré del de la barcaza. 10 Euros por cruzar con mi bici. Sin palabras.

Sanlucar está de feria así que aprovecho para recuperar fuerzas con un piñonate, una de mis golosinas preferidas. Aquí no hay dieta ni anuncios de madrugada, el cuerpo está cansado y me comería cualquier cosa sin pensármelo. Pero hay que ir pensando en descansar y la tarde se está cerrando. Sanlucar no me llega y prefiero seguir camino. Me recuerda a una mezcla entre Canela e Isla Cristina. Chipiona está cerca y en el mapa aparece en el extremo de la desembocadura. Ahora que lo pienso, allí tiene que estar el faro que se veía a la derecha del todo cuando cruzaba por Doñana.

Playa de Chipiona
Chipiona tiene unas vistas preciosas. Te sientas a tomar algo en el paseo marítimo y puedes disfrutar de toda la costa de Huelva. Los recuerdos del camping a las afueras de Chipiona se pueden borrar. Pegado a la carretera y con unos búhos hijos de… que se llevan toda la noche “buhando”. En otra ocasión me hubieran parecido exóticos e incluso agradables. Pero mi cuerpo cansado hace el trabajo por mí y caigo en sueños rápidamente.

Me siento feliz, muy feliz, pero no tengo a nadie a quien abrazar para contárselo.

martes, agosto 23, 2005

Diario de viaje: segundo día

Huelva - Matalascañas. Sábado 30 Julio 2005
Estatua de Colon a la salida de Huelva
Fresco como una rosa y tras un maravilloso desayuno con todas las comodidades parto para Matalascañas, no sin antes inmortalizar con mi cámara a Alicia y su perrita Abril, uno de los descubrimientos del día. Es como una ovejita en miniatura.

Las calles de Huelva están extrañamente vacías. Primer día de resaca de las fiestas colombinas.

De camino a Mazagón atravieso el polo químico, y allí en lo alto muy cerca del monasterio de la Rábida puedo ver mi primera Escuela Universitaria. El Politécnico de la Rábida.

Echando mano del baúl de los recuerdos rescato algunas de las calamidades y alegrías que pasé en esos tres años de estudiantes de Ingeniería Técnica. Allí conocí a Pedro, uno de mis mejores amigos que siguió estudiando más tarde en Badajoz conmigo. Lo conocí en circunstancias parecidas al viaje de ahora, sólo por primera vez en clase emprendiendo una nueva etapa por mi cuenta.
Carril bici en Mazagón
Mazagón me ha sorprendido, pero no por el pueblo en sí, si no por el precioso carril bici asfaltado de unos 10km que me lleva a Matalascañas. Pero los últimos 19km me los tengo que hacer de nuevo por carretera porque se ve que el cemento no daba para más y lo que queda es terreno para mountain bike pura. Me cruzo con muchos ciclistas por el carril bici, eso hace que sea más ameno el camino.

Dos horas después de salir de Huelva llego a Matalascañas y la primera sorpresa, es más grande de lo que pensaba. A vista de Google Maps parece un núcleo rectangular pero a pie de calle todo es un enorme laberinto de chales de una planta.

Llegar a la playa es una prueba pues no hay ordenación urbana aparente, las calles no tienen nombre y todo está dividido por zonas, zona A B C D, zona E F G H, zona … Cuando por fin llego a la playa hay que volver a currárselo y atravesar acerados y parkings entre urbanizaciones hasta pisar arena de playa. Una playa más que masificada de bañistas. Con este panorama de caos inmobiliario huyo al camping, que está en las afueras a 2 km y allí se respirará más tranquilidad.

Pagar, montar la tienda, ducha y a dormir un rato.

Mi amigo Unai me da otra sorpresa de las suyas y me confirma que viene por la tarde desde Sevilla a pasar el día conmigo y hacerme compañía. Lo voy a nombrar “avituallamiento oficial del viaje”.
Playa de Matalascañas
El camping está en lo alto de una de las dunas de 40 – 50 metros que dominan la costa hasta Mazagón. Desde aquí a lo lejos se divisa Chipiona al otro lado del Coto Doñana y la desembocadura del Guadalquivir.

Al bajar a la playa aprovecho para preguntar a una persona mayor por la posibilidad del trayecto en bici a Sanlucar por la playa del Coto Doñana. El hombre se ve curtido por el mar y el sol. Me confirma que no hay problema y que es una travesía sin problemas con las autoridades siempre y cuando se haga a pie o en bici.

Una llamada de Unai al móvil. Al salir a la puerta del camping donde me esperaba veo que ya está acompañado, como no. Acaba de conocer a 2 mujeres en una de sus aventuras. También está Alfonso, uno de sus mejores amigos en Sevilla.

El rocio
Destino de copas, el Rocio. Es más, nos colocamos en un bar a las afueras con unas vistas de lujo de las marismas frente a la ermita de la virgen. Las miradas de los tres se clavan en una de las acompañantes. Su físico y sensualidad desequilibran a cualquiera en esta época veraniega. Que pena que un rato después tiraban para Sevilla de vuelta a casa. Matalascañas es a Sevilla como Punta Umbría a Huelva.

Para terminar la noche otra aventura Unai, hay que colarse en el camping. Yo tengo pase pero Unai viene de paso y no le merecía la pena inscribirse por unas horas, es más, a las 7:00 se iba de nuevo a Sevilla, así que sólo necesitaba descansar unas horas en mi tienda. Por suerte el camping es inmenso y a las 2:00 todos los que se cuelan son pardos.

Me sorprende ver la alegría de Unai cuando se dispone a dormir en mi tienda. El suelo duro, la noche fría y apenas 5 horas de descanso por delante. Pero él echaba de menos dormir así, pero no por la tienda si no por todo lo que rodea al hecho de que el refugio era una tienda, pocas comodidades, fuera de casa, el campo, la libertad…

lunes, agosto 22, 2005

Diario de viaje: primer día


Ayamonte - Huelva. Viernes 29 Julio 2005

Apenas he dormido estos dos últimos días. Y es que todo ha ido un poco rápido, fue repartir las vacaciones en el trabajo el miércoles y empezar a ultimar los preparativos.

No pensé que estaría tan nervioso, y es que hasta me ha molestado sentirme así. Suelo ser más tranquilo y pocas cosas me hacen cosquillas en la barriga. Supongo que el miedo a salir, a lo desconocido, a la soledad de la carretera,… a no poder terminar este viaje. Y es que me dolería mucho no poder terminarlo.

Hoy mismo antes de salir me preocupaba mucho que la bici no pudiera aguantar el voluminoso equipaje que llevo, y es que no está acostumbrada a cargar con tantos kilos. Sería una frustración tener que parar por una avería o una falta de previsión.

Pero la hora llegó y aunque con un poco de retraso por los últimos preparativos, a las 19:00 salí de Ayamonte destino Huelva.

Me despedía mi madre y mi perrita Nawja. Me voy de casa con ganas de volver a verlos. Voy a echarlos de menos durante todo el viaje.

Pedaleo los primeros kilómetros y el miedo a que la rueda trasera, la que lleva más carga no aguantara, a que algo se rompiera, me ha tenido en vilo y apenas he disfrutado. Pero kilómetro a kilómetro he ido cogiendo confianza y poco a poco me introduzco en mi sueño y disfruto de mi trozo de libertad y me siento feliz. Esta misma mañana era una persona normal en un día normal de trabajo y ahora todo es distinto.

Como he salido tarde he tenido que variar la ruta y acortar camino por Lepe y Cartaya en vez de visitar Isla Antilla, El Portil, El Rompido y Punta Umbría. Pero es que no quería que la noche me sorprendiera.



21:15 en Huelva y Alicia me espera en una plaza cerca de su casa. Esta noche puede que sea la última noche acogedora y con comodidades en el resto del camino. Ducha, cena, compañía agradable, una cama para dormir,…

Su chico y ella han sido muy acogedores y les agradezco la estancia. La verdad es que esta primera parada en Huelva es perfecta. Mañana sólo hay 55Km hasta Matalascañas y si salgo temprano estaré allí para la hora de comer.

Mientras me dejo dormir repaso los recuerdos de este primer día. El gesto de algunos conductores que me saludaban con un pitido. Los ciclistas con los que me he cruzado. El saludo entre ciclistas es algo que se hace muy agradable. Por último cerca de Huelva, en Corrales, me he parado a hablar con un autostopista. Me habló en Inglés pero no tenía acento de serlo. Me preguntaba si la carretera por la que venía llegaba a Ayamonte. Curioso, por lo visto él venía de Málaga.

De nuevo en casa

Hace unos días que estoy de nuevo en casa, el viaje a Almería se ha acabado y sólo me queda ya disfrutar de mis últimos días de vacaciones descansando y repasando los recuerdos de esta aventura.

Me siento muy bien, algo ha cambiado en mi durante el viaje. Muchas horas pedaleando en solitario y conociendo sitios nuevos son una buena receta para tener una optica diferente de mi vida y reconducirla ahora que he vuelto.

No voy a contar como terminó el viaje, pero si que voy a publicar el mini diario que escribía dia a dia por las noches cuando tenía un poco de tranquilidad e intimidad en la tiendecita de campaña. El diario desvela el final del viaje y todos los entresijos de mi aventura. También estoy subiendo las fotos que hice a una cuenta que recién he creado en Flickr, el problema es que es una cuenta gratuita y sólo tengo 20 MB de subida para cada més. Pero falta poco para septiembre y ya terminaré de subirlas todas.

Es curioso, días después de regresar de mi viaje me encuentro que hay gente que quiere hacer el mismo viaje. Sé que sólo es casualidad, pero es más, lo curioso es que cuando hace un par de meses buscaba información sobre alguien que hubiera hecho el recorrido de la playa del Coto Doñana en bicicleta me encontré con la página de esta misma gente. No encontré ningún otro sitio en internet con información y fotografías de alguien que hubiera hecho ese recorrido, y la verdad es que me fué me mucha ayuda. Ahora si me decido a enviarles un correo ellos podrán encontrar información sobre el viaje que pretenden para el año que viene. Es como una manera de devolverles el favor.

Diario de viaje
Galeria de fotos en Flickr